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Quisiera hacer algunas observaciones a otro de los impresentables discursos, inscriptos en la teoría del absurdo, que suele desarrollar el filósofo Alberto Buela, y que fue enviado recientemente a Reconquista Popular en el formato “respuesta a la crítica de Néstor Gorojovsky”(1). Aclaro ante todo que no lo hago porque me interese demasiado lo que dice, ya que como lo ha demostrado con frecuencia carece de un mínimo de rigor intelectual, tanto al exponer como al debatir. Sin embargo, considero necesario desenmascarar a ciertos figurones que, desafortunadamente, circulan también por el campo nacional generando sólo desprestigio para sus filas y divisiones en la necesaria alianza plebeya que postulamos desde la Izquierda Nacional.
Con respecto a la nueva embestida contra la colectividad judía llevada adelante por Buela, diré que una vez más despide ese tufillo reaccionario que lo caracteriza. Él pretende diferenciar, como corresponde, sionismo de judaísmo. Sin embargo, cada paso que da a continuación no le sirve para otra cosa más que para embarrarse hasta la nuca. Como si ya hubiéramos olvidado aquel lamentable desempeño que tuvo en el programa de AM “El tren” conducido por el compañero Hugo Presman, en el que en medio de una confusión conceptual alarmante manifestó su visceral odio hacia cualquier judío, sea sionista o patriota (de Argentina, claro está), ahora con total desparpajo nos dice en la respuesta enviada a RP:
“El imperialismo es uno y "pecunia non olet = el dinero no tiene olor".
Pero, y acá algo que nos separa, los dueños de ese dinero imperialista son en su inmensa mayoría judíos. Pero como este juicio es políticamente incorrecto y no faltará el estulto que diga "también hay banqueros cristianos"(1 cada 200), es por ello que cualquier enumeración de judíos poderosos está prohibida o peor, es tachada de antiseminta.” Sinceramente hubiera sido preferible que no aclarase nada porque logró oscurecer aún más. Esta intervención no supera en nada su habitual fobia hacia el judaísmo, como en otras ocasiones lo ha hecho contra el socialismo.
Ahora resulta que el imperialismo es esencialmente judío (religiosamente judío) ¿De dónde sacó sus estadísticas sobre la pertenencia religiosa de los banqueros este señor? ¿Cuenta con algún estudio confiable sobre el tema o se ha limitado a cuantificar apellidos? En el primer caso debería dar cuenta de cuál es el estudio para que todos pudiéramos consultarlo y examinar su rigor. En el segundo caso habría que señalar que resulta absurdo identificar creencias religiosas por el apellido de las personas.
Un judío puede ser también agnóstico, ateo, o converso. Por otra parte, aunque la concediéramos al filósofo la ventaja de aceptar estas confusas simplificaciones de la realidad a las que es tan propenso, debemos recordar que si ha existido una religión fuertemente vinculada al desarrollo del capitalismo esa es el protestantismo, aunque la relación entre los términos sea inversa a la planteada por Max Weber en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Por supuesto que también hay muchos judíos religiosos vinculados a la especulación financiera, pero eso no explica nada, por lo menos si intentamos ser serios. Una de las familias argentinas más influyentes por décadas en el terreno de las actividades financieras no es precisamente judía (ni protestante): no sé si recuerdan a Carlos, Alicia y Gregorio Pérez Companc.
Por otra parte, en La Plata tenemos una imagen imborrable de los Trusso, menemistas muy vinculados al Vaticano; y finalmente qué decir del banco Ambrosiano. Pero estos datos aislados sobre banqueros católicos o vinculados con esta religión tampoco sirven para explicar científicamente nada. Sólo podrían ser utilizados con arbitrariedad para justificar ante algunos desinformados un prejuicio subterráneo en el mejor de los casos, o en su defecto plenamente consciente y maliciosamente ocultado. El capitalismo no es explicable por ninguna creencia religiosa sino por el desarrollo progresivo de una determinada estructura económica y social, que desde luego encontrará luego su justificación política e ideológica. De la misma manera que el racismo contra los negros, fue una inmejorable oportunidad para justificar en el plano de las ideas la explotación económica de los esclavos.
Ahora, si cuando Buela dice “judíos” no se refiere a su religión sino a los partidarios de una patria que no es la nuestra, para qué establece la polarización judíos o cristianos: “y no faltará el estulto que diga "también hay banqueros cristianos”. En ese caso lo correcto es establecer una polarización entre nacionalidades, y que yo sepa el cristianismo no es una nación.
Recordemos que Buela tiene la costumbre de escribir tanto sobre lo que sabe como sobre lo que no sabe, pero con la grave dificultad de no distinguir la diferencia. Cuando pretendió exponer sobre el panorama actual de las ciencias sociales en su opúsculo “Teoría del disenso” (año 2004) no hizo más que dejar al descubierto su escaso conocimiento del tema, y para colmo se ofendió porque le exigí en un debate público en Reconquista Popular demostraciones de las insólitas hipótesis planteadas. Como cuando para justificar sus críticas indiferenciadas a toda la izquierda dijo de la nacional:
“El drama de la izquierda nacional fue comprender el fenómeno peronista, sobretodo el Colorado, pero no comprendió, al pueblo peronista. Por eso Ramos pudo ser, convencido, embajador de Menem. Otro. No se pudo sacar de encima, el economicismo, la tara de la izquierda. Otro. Se equivoca con su categoría madre, la de América Latina. H.A. se da cuenta del error cuando ya está cerca de la parca, y así en Qué es el ser nacional, empieza a borrar la categoría y a cuestionarla. Nosotros somos hispano o iberoamericanos no latinoamericanos. Otro. La izquierda nacional siempre ha tenido más caciques que indios. Porque es un nacionalismo de libros y no un nacionalismo encarnado como el peronismo. Le falta pueblo.”
No menos absurdo resultó el intento de explicitar su método “científico”, que por supuesto nunca incluía los pasos necesarios para validar las hipótesis formuladas, con lo cual este eximio “pensador nacional” demostró ignorar la diferencia existente entre lo que es un contexto de producción de hipótesis y otro contexto muy distinto como es el de la verificación. Por esa razón casi nada de lo que afirma resulta comprobable. Su confusión metodológica fue tan grande en aquel debate que confundió inductivismo con materialismo dialéctico:
“Y habla de Jauretche como un inductivista no ortodoxo (se refiere a Franzoia, agregado mío). Si don Arturo y el materialismo dialéctico son como el agua y el aceite.”
Sobran los comentarios para cualquiera que maneje el ABC de los métodos de investigación científica existentes.
Por otra parte, en la continuidad de su reciente y nuevo ataque a la comunidad judía, centra sus dardos, aunque haciéndose el distraído, en el gobierno de Néstor Kirchner “Si hubiera sido mi intención atribuir todos los males de la argentina a los judíos hubiera comenzado a hablar del origen judío de apellido Kirchner o de la pareja judía de ministro Ginés González, de los secretarios de Estado Nun, Fuks, y miles de funcionarios de alto rango. Gobernadores, rectores hereditarios de la Universidad de Buenos Aries, etc.etc.”
En realidad sólo un consumado sectario, antijudío hasta la médula, invierte su tiempo en especulaciones semejantes y, reitero, recurriendo al errático método de pretender detectar pertenencias religiosas según el supuesto origen de los apellidos. Porque cuando Buela se refiere a los judíos lo primero que intenta es demostrar, aunque no lo explicite, que son enemigos, en términos religiosos, de los cristianos. Pero recordemos que Buela en metodología no manya ni jota, a pesar de presentarse como un filósofo que estudió en La Soborna.
Como si esto fuera poco ya sabemos que los humores de Buela, en relación a nuestro gobierno, se modifican rápidamente según sus posibilidades de ejercer o no algún cargo. Hace un tiempo acusó al compañero Recalde de "trepador y ventajero". ¿Por qué? La explicación acertada la dio el compañero Juan Escobar.
“¿Cuál es, pues, el "crimen" por el que Recalde, un abogado laboralista de cuarenta años de trayectoria defendiendo en los estrados judiciales al movimiento obrero, fue calificado de "zorro", "liberal", "coitos interruptus de la política odierna" (sic), "abogadil", etc., etc. En apariencia: el haberse negado a "repartir" (sic) uno de los cuatro cargos que como diputado de la nación le corresponden, entre "varios colaboradores e investigadores" (sic) de la CGT. O sea la ira filosofia platónica y aristotélica fue lanzada
a los cuatro vientos en esta lista y otros medios porque se había negado a darle un "conchabo" a Buela.”
Para completar el decepcionante cuadro nos habla una vez más de su “patriotismo”, pero cuando se refiere a la patria la llama “la patria boba”:
“Lo mío no fue ni siquiera un artículo sino una esquela sobre un hecho puntual que subleva a cualquiera que no tenga adormecido la pertenencia a esta patria boba.”
¡Qué afortunados que somos, tenemos la oportunidad en nuestro foro de leer al “vivo” que nos sacará de la idiotez generalizada! ¿Será una versión autóctona y “nacionalista” de Álvaro Vargas Llosa? No cabe duda que una vez más la visión elitista y reaccionaria de este falso “pensador nacional” se presenta en su más soberbia mediocridad. Este “patriota de Hispanoamérica” es el mismo que ante las amenazas de golpe de Estado en Bolivia, cuyo objetivo eran evitar que el pueblo alcanzara el poder con la conducción de Evo Morales, dijo:
“Los policías del pensamiento único, los buey corneta contemporáneos, nos han hecho creer que la sola mención de la idea de golpe de Estado es totalitaria y dictatorial, cuando es un recurso más que tiene el pueblo en sus manos para desalojar a los gobiernos injusto y opresores."
Nuevamente sobran los comentarios.
Por todo esto quiero dejar plena constancia que de ninguna manera incluyo a Buela como un “compañero de lucha”; de qué lucha estamos hablando. Él y yo (y creo que todo socialista de la IN) luchamos por cosas muy distintas, tema que planteé en extenso en mi artículo “¿Es nacional el nacionalismo de derecha?” .Por lo tanto, y más allá de los espejitos de colores que intente vender en algunos espacios nacionales y populares, no tengo inconveniente en decir, sin temor al error, que para mí no es un compañero del campo nacional y mucho menos popular. Esta actitud que asumo y de la que me hago cargo no es sectaria, más bien todo lo contrario, y lo advierto porque de pronto algún pícaro intenta invertir la carga de la prueba.
La adopto no sólo por convicción personal sino también para no distanciarme precisamente de dónde está la gran mayoría de nuestro pueblo, o lo que es lo mismo, para alejarme de aquellos que lo espantan con teorías absurdas, cargadas de odio y resentimiento. Aquellos que con su práctica y discurso conspiran contra la alianza plebeya que la izquierda nacional proclama y por la cual trabaja a diario. Sé muy bien, por ejemplo, lo que piensan hombres muy cercanos a D´Elía de este tipo de “nacionalistas” de derecha (hace muy poco estuve reunido con uno de los más significativos charlando sobre este tema), y puedo asegurar que prefieren tenerlos bien lejos. Sería bueno, por lo tanto, no perder el tiempo y el crédito político con estos filósofos del absurdo que han sido condenados por nuestro pueblo a cien años de soledad.
En su defecto nuestra teoría y práctica circularán por carriles bien distintos.
La Plata, 5 de mayo de 2007
(1) Respuesta de Alberto Buela a Gorojovsky, foro digital Reconquista Popular, 2 de mayo de 2007