lunes, 4 de mayo de 2009

La dialéctica sinagoga-iglesia (2)

Existe una manera de distinguir un discurso antisemita de un discurso de simple crítica del judaísmo. La crítica del judaísmo como fenómeno cultural es tan legítima como cualquier otra crítica del mismo tipo. Su objeto son unos valores, unas formas de vida incluso, no un grupo concreto de personas como tales. La crítica del judaísmo puede ser durísima, pero no incurre necesariamente en una difamación racista. Es sabido que Nietzsche criticaba la cultura alemana de su tiempo. Nadie le calificará de germanófobo. El antisemitismo es otra cosa. No se refiere a valores o instituciones sino a personas demonizadas. El objeto de su discurso son individuos concretos en calidad de elementos de un conjunto definido por la etnia. El antisemtita no ataca al "sionismo", al "nacionalismo judío de extrema derecha" o incluso al "judaísmo" o a la "religión judía" (Shahak), sino a "los judíos", es decir, a sujetos físicos de derecho. Y el antisemitismo es, en segundo lugar, siempre difamatorio.  Ciertamente, la extrema derecha judía tiende a meter en el saco del antisemitismo toda forma de crítica al judaísmo, pero esta evidente manipulación propagandística no puede ser instrumentalizada, como hace Buela, para exonerar un tipo de discurso claramente antisemita afirmando que "los judíos" califican de antisemita toda crítica. Esta afirmación constituye, a su vez, un bulo antisemita.

Dicho esto, preguntémonos: el panfleto (no merece otro nombre) de Buela A propósito de la dialéctica sinagoga-iglesia, ¿es antisemita? Sin duda. Buela afirma que "los judíos" son los causantes de todos los males de nuestra sociedad y que sólo pueden dejar de serlo forzándoselos a la conversión. En caso contrario (amenaza) se corre el riesgo de tener que recurrir al exterminio, que Buela endosa a los nazis, supuestamente paganos, aunque los paganos rara vez se dedicaron a exterminar judíos, a diferencia de los papistas y de los cristianos, y aunque, además, el nazismo se declarara a su vez públicamente seguidor de Cristo y se nutriera de millones de católicos, así como de evangélicos antisemitas adoctrinados por Lutero en el odio al "judío".

El escrito de Buela es antisemita: (1) porque el objeto de la crítica no son unos valores e instituciones, sino unas personas concretas; (2) porque aquí no hay siquiera crítica razonada, ni esfuerzo de fundamentar, sino difamación pura y simple.

Decir que "los judíos" son los causantes de la corrupción y la decadencia de nuestra sociedad es una afirmación de hecho que debería poder verificarse, pero en realidad no puede serlo puesto que, por principio, "decadencia" es un término problemático que queda indefinido en el texto. ¿Se refiere a que los judíos cometen o inducen a cometer de alguna manera todos los delitos que acontecen en las sociedades occidentales? !Se trata, no hace falta comprobarlo, de una auténtica calumnia! Buela no puede "conocer" eso y el simple sentido común dicta que aunque algunos judíos puedan cometer delitos, también los cometen los gentiles. Basta consultar las estadísticas. ¿A qué se refiere pues Buela con "la decadencia"? ¿Al rechazo de las normas culturales católicas? Pues, ciertamente, si eso fuera decadencia, entonces la Grecia de Platón era ya decadente, y lo eran la China, Egipto, la India... Todas las civilizaciones no cristianas serían decadentes, sin necesidad de albergar "judíos" en su seno. En fin, las afirmaciones de Buela se desmoronan al soplo del más liviano examen.

Pero ya en el artículo de Buela tendría éste, si no fuera un pseudo filósofo al que los ultraderechistas de l'Action Française -Boutang- le regalaron el título en la Sorbona, motivo para la reflexión. Porque lo propio de Buela es que no reflexiona. NO PIENSA NUNCA. Emite gruesas afirmaciones ex cathedra, a cual más discutible o directamente más absurda. Como acostumbran a hacer los católicos y los cristianos en general cuando se meten en materia científica, ellos conocen ya la verdad de antemano, por revelación, y todo lo que no coincida con el dogma "saben" que es falso. No sienten el deber intelectual de tener que demostrar nada. El insulto o la descalificación del infiel sustituyen al argumento.

Ahora bien, esto les lleva a cometer las más flagrantes incongruencias lógicas, como es el caso. Buela sostiene que todo el mal viene de los judíos, que sólo la conversión de los judíos al catolicismo (¿por qué no a la religión evangélica?) nos librará de la decadencia. En suma, la institución eclesiástica sería el factor moralmente regenerador de occidente, de lo que se desprende que en la iglesia no podremos encontrar otra cosa que una inmensa reserva de virtudes éticas dispuestas a derramarse sobre la sociedad en el momento en que los "perversos" judíos se conviertan y dejen de envenenarla. No obstante, la pederastia masiva de los sacerdotes católicos demuestra exactamente lo contrario. Se derrama algo, sí: semen en la boca de un niño. Si existe una forma de "decadencia" es el abuso sexual de menores por parte de adultos, algo tan infamante que despierta el más radical rechazo por parte de la sociedad. La pregunta es: ¿son judíos quienes cometen tales abusos? ¿No son, más bien, hombres de la iglesia y nada menos que su élite, los sacerdotes? Evidentemente, en toda institución puede haber personas que -como casos aislados- cometan transgresiones y no por ello la institución misma deberá quedar desacreditada. Pero cuando nos topamos con cifras de hasta 4500 sacerdotes católicos norteamericanos implicados en casos de pederastia y con una voluntad probada, por parte del Vaticano, de ocultar dichos escándalos aunque fuera a costa de ignorar a las víctimas, niños indefensos, la afirmación de Buela de que la conversión de los judíos nos librará de todo mal suena literalmente vomitiva, repugnante, indigna de un "pensador"...

Buela debería explicar estas contradicciones en su artículo. Debería salir al paso de evidencias que cualquier lector con una cultura media podría objetarle. Pero Buela ni siquiera se molesta, a pesar del título de su artículo, en entrar en una reflexión dialéctica sobre cualquiera que sea el tema de su texto. Nada más antidialéctico que su prosa. No hay más que tesis (=dogma), pero de la antítesis nunca más se supo. Buela se limita, sin ningún fundamento, a (ab)usar del nombre de la filosofía para difamar a "los judíos", pero nada hay de filosófico en su penoso redactado repleto de faltas de ortografía. El opúsculo es un simple libelo antisemita. Nada más. Las personas que consideran a Buela un "investigador" deberían empezar a replanteárselo. Buela podría resultar a la postre un perturbado mental, las conclusiones que saca de premisas ellas mismas insostenibles no dicen nada bueno sobre el funcionamiento de su mente, pero a la espera de un dictamen psiquiátrico, lo cierto es que los escritos de Buela sobre los judíos son de juzgado de guardia. Si alguien dijera que los españoles somos los causantes de todos los males del mundo, de su decadencia, etc., yo llevaría al injuriador ante los tribunales. No parece que "los judíos", tan malvados y tan poderosos según Buela, le hayan interpuesto una querella criminal por las afirmaciones que vierte en el citado escrito, patentemente calumnioso a mi entender. Valga este simple hecho a modo de refutación del delirio paranoico de un católico medieval que parece seguir viviendo en el mundo de las brujas.

Buela no es un filósofo. Será otra cosa (me reservo para mis adentros el epíteto que se merece este individuo), pero en cualquier caso no, nunca jamás, un filósofo.

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